Miles Davis: siempre hacia adelante
En 1987, en una cena de etiqueta en la Casa Blanca a la que no tenía ninguna gana de asistir pero a la que finalmente asistió por acompañar a Ray Charles, al que daban un premio, y porque se empeñó su tercera esposa, Cicely Tyson, Miles Davis, que ya había aguantado unos cuantos comentarios racistas en la limusina, acabó enfangado en una discusión sobre jazz con la esposa de un político que se llevó el chasco de su vida. Al final la mujer le preguntó qué es lo que había hecho tan importante, por qué estaba sentado ahí, en la mesa del presidente Reagan. “Veamos” replicó Miles, “yo he cambiado la música cinco o seis veces; ahora dígame usted qué cosas ha hecho que tengan alguna importancia, aparte de ser blanca”.